A bote pronto
Más allá de una marcha
En México nos
encontramos empezando el 2017 con un alza escandalosa en el precio de la
gasolina y a partir de eso hemos visto cientos de protestas desde la
primera semana de enero, con una inmovilidad casi cómplice de decenas de
organizaciones sociales y personajes de la intelectualidad mexicana.
Sin embargo, la derecha local ha convocando a la unidad nacional ante
los embates de la derecha imperial que no le da su reconocimiento, que
no la trata “dignamente”. La derecha aldeana en contra de la derecha
imperial que no la ve y, en dado caso, simplemente la menosprecia.Ahora, esa derecha camuflajeada de sociedad civil nos convoca a marchar por la defensa de la dignidad y la soberanía nacional ante los peligros que vocifera el magnate del norte, sin importar que el gobierno -empezando por Peña y su vocero transfronterizo Videgaray- sea el responsable de la peor crisis que vive el país, empezando por la galopante y solapada corrupción que encabeza el señor Peña y su círculo de colaboradores.
Nos convidan a sumarnos a una muestra de unidad nacional para detener daños al país, a los paisanos que viven del otro lado, sin mencionar que parte de los daños a la nación empezaron por quienes ostentan el poder. Son ellos quienes aceleraron la entrega del país con sus reformas.
Nos convocan a marchar los que atacan el derecho a manifestarse, los que llaman flojos y vándalos a quienes protestan y denuncian los atropellos y violaciones a los derechos más elementales. Nos convocan a marchar los voceros, los que apoyan y pregonan la validez del actual modelo económico y político, que sólo beneficia a empresarios y corruptos de la clase política.
La derecha mexicana busca aprovechar la escandalosa y burda actuación de Trump para mover las fichas de sus intereses de grupo y de paso hacerle el favor a Peña. Pero ni con la marcha podrán subirle puntos de aceptación y tampoco podrán hacer que Televisa y TV Azteca ganen credibilidad.
El mismo magnate de la Casa Blanca, con base en la defensa y unidad nacional, desarrolló su discurso de campaña (y sigue así), el cual surtió efecto en una amplia capa de votantes y le permitió ser el presidente electo de acuerdo con el sistema electoral gringo, muy a pesar de la derecha gringa menos-vociferante-y-que-cuida-las-formas.
Hoy, de este lado, la derecha mexicana articula un discurso para “la unidad nacional” que en los hechos pretende ser una polvareda para dejar de ver a los responsables del desastre y miseria nacionales, producto de su servidumbre, alineación y alienación con la derecha gringa.
Desde los primeros pasos de los herederos (acaso usurpadores) de la Revolución Mexicana, se empezó a usar y manosear con total impunidad pragmática el concepto de unidad nacional, con resultados sufribles hasta nuestros días: la institucionalización de la Revolución, perdiendo todo contenido social, y anteponiendo urgencias (supuestas) para dejar de lado las prioridades sociales (derechos fundamentales para un verdadero desarrollo humano y del país mismo).
Deseable es una revisión y, en su caso, reconceptualización para tener mayor claridad en los movimientos (por encima y debajo de la mesa) de quienes hoy, con esa bandera, pretenden afianzar sus fichas con vistas al 2018 y de paso pagarle favores al señor Peña.
Es de llamar la atención que la empresa privada, organismos civiles e intelectuales al servicio del poder, hoy nos llamen a dejar de lado todo tipo de “reclamos” o “quejas”, para salir a defender -con unidad, dicen- al país (sí, ese mismo que ellos laceran, roban, corrompen, engañan, explotan, marginan, violentan y destruyen). Si la mitad del tiempo, dinero y vehemencia con que hacen esos llamados a la unidad y a salir a marchar, lo emplearan para denunciar y llevar a la cárcel a quienes, desde los oscuros pasillos del poder y sus teatrales actuaciones oficiales, representan el verdadero peligro para que salga adelante México, otro gallo nos cantaría, sin lugar a dudas. ¿A qué intereses de la “sociedad civil” realmente representan?
Así, a bote pronto, no le creo a su discurso patriótico, cuando “el barco” se viene hundiendo por su complicidad y en muchos casos corresponsabilidad.
No es sólo una marcha y ya. Es mucho más lo que hay detrás de salir a la calle en nombre de “la unidad nacional”. Esta marcha es solo la punta de la nariz del rostro que se oculta.
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Alejandro Mosqueda Guadarrama.
Camarógrafo, editor y documentalista
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