La casa de Miguel estaba entre la de un obrero cesante y la de un periodista, Rolando Carrasco, comunista, preso en Chacabuco. Allí vivían la mujer de Carrasco, Anita Klöpping (como actriz de teatro y radio más conocida como Anita Mirlo) y sus hijos, Rolando, de 16 , y Valentina, de 11 años.
La precaria clandestinidad de Miguel, soportó poco más de un año. Había lanzado la desafiante consigna “el MIR no se asila”, y quiso dar el ejemplo permaneciendo en Chile para organizar un movimiento de resistencia de carácter amplio y unitario.
Su eterno chaquetón marinero y su risa estruendosa, que contagiaba alegría, es lo primero que recuerdo de Miguel Enriquez, secretario general del MIR. El optimismo asomaba a sus ojos, a sus gestos, comunicando esa incansable vitalidad que le animaba. Miguel reía con todo el cuerpo, se agitaba y el torrente reventaba con una explosión de alegría. Después descubrí que también era la forma de reir de su padre, don Edgardo. Miguel era un dinamo, veloz de pensamiento y palabra. Sus frases se precipitaban en ráfagas. Temible en la polémica, a veces era también -para mi gusto- demasiado duro en la discusión con los compañeros.
Diez balas acabaron con su vida, la cual había entregado completamente a los intereses del proletariado y las masas populares y, a la lucha por construir una sociedad distinta. Su sueño, ideario y aspiraciones camina en los senderos del porvenir histórico de su pueblo. Esa consecuencia y grito libertario irrumpirá con fuerza en eternos combates populares, vestido de obrero, de campesino, de mapuche, de poblador, de estudiante, de miliciano, de mujer, de hombre y de joven en su lucha irrenunciable por la dignidad, la libertad, la justicia, la democracia y un sistema social justo en nuestra patria.
Miguel fue enterrado el 7 de octubre de 1974, a las 07:30 de la mañana, en un nicho del Cementerio General de Santiago. Autorizaron acompañarle diez miembros de su familia, vigilados por cientos de hombres y armas de enemigos temerosos. Aunque el pueblo no pudo estar presente, una mujer representó el sentir de miles de ausentes, cuando su madre Raquel, en medio del silencio con voz fuerte y entera dijo:
"… Tú no has muerto.
Tú sigues vivo,
y seguirás viviendo
para esperanza y felicidad
de todos los pobres del mundo."
Miguel vivía en una casa con vista a la esperanza
Miguel vivía en una casa
con vista a la esperanza,
era un compañero del curso de la aurora
Casi todos repetimos
menos él
que se fue a estudiar la primavera
allá donde sólo llegan los valientes,
aquellos que recibieron en silencio la tortura,
aquellos que callaron para que otros vivieran
Miguel vivía en una casa
con vista a la esperanza,
ahora, cuando ya se ha marchado,
nosotros debemos habitarla.
José María Memet
Aqui, su biografia por el Centro de Estuios Miguel Enríquez
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